Es lunes, primer día
de la semana y probablemente pienses que tu día es muy aburrido y que quisieras
que el fin de semana dure mucho más. Ahora imagínate, cómo se debe sentir una
salvavidas que tiene que cuidar una piscina en Río de Janeiro para precautelar
que los mejores nadadores del mundo se ahoguen. Una fotografía, tomada en la
piscina en la que se realizan las pruebas de natación de las Olimpiadas de Río
2016, es prueba de ello. En la instantánea, una socorrista está sentada con
expresión de aburrimiento detrás de un nadador olímpico.
Pero, aunque usted no lo crea, este trabajo es indispensable dentro de las Olimpiadas, de hecho es una ley que existe desde 2001, así lo asegura una nota publicada por la Agencia AFP. Esta ley obliga a que existan socorristas en todas las piscinas públicas del país y los lugares en los que se realizan las competencias acuáticas son espacios públicos, por lo tanto deben cumplir la normativa que rige en el país.
Por eso es importante que estos personajes, que de hecho son socorristas preparados, estén al borde de las piscinas en los Olimpiadas de Río 2016, aunque lo anecdótico e irónico de esto es que en el agua se encuentran los mejores nadadores del mundo. Esta es la razón por la que las redes sociales decidieron bromear con la expresión de una de las rescatistas.
Pero te has preguntado ¿qué se siente tener este incomprendido trabajo? La agencia AFP entrevistó a uno de estos salvavidas, se llama Josue Ribeiro se graduó de bombero y lleva seis años trabajando en piscinas olímpicas. Nadie mejor que él para explicar la importancia de su oficio como salvavidas de una piscina en las olimpiadas. “Hay que estar siempre activos porque pueden sentir algún calambre o hundirse. Ahí estamos para atenderlos. Si hay un problema, como soy el primero que está allí, salto, lo saco de la piscina y espero por la ambulancia”, explica Ribeiro.
Aunque la cantidad de deportistas que han sufrido percances en una olimpiada no es alto, siempre es mejor ser precavido. Uno de los hechos de este tipo más recordados sucedió en 1988 en Seoul cuando el clavadista estadounidense Greg Louganis se golpeó la cabeza cuando realizaba uno de sus saltos. Aunque, al final, pudo salir de la piscina solo sin necesidad de asistencia. Así que sí pensabas que este tipo de trabajos no tenía sentido, pues no, siempre es mejor prevenir antes que lamentar.
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